Vivir sin miedo. La historia de un corrido feminista

Publicado: 26 junio 2021 a las 10:00 pm

Categorías: Arte y cultura / Músicas

Por Sonia Corona; Fotografía de Yvonne Venegas

Una mañana de 2020 una joven compositora recibió una llamada, un encargo, que le cambió la vida: una canción sobre los feminicidios en México. La letra llegó a todas las agencias de noticias y estuvo presente en cada protesta feminista subsecuente del país. Las mujeres la adoptaron sin reservas; sus versos llenaron pancartas, cubrieron muros y hasta aparecieron en una película. El hartazgo ante la impunidad, el empoderamiento y la protesta se fundieron en el sello político de Vivir Quintana.

Vivir Quintana no estaba furiosa la tarde en que escribió la canción. No lo estaba cuando tomó su guitarra y un cuaderno, y volcó en versos la rabia ante la violencia que viven las mujeres en su país. Anotó ideas, borró y reescribió: la desigualdad, el acoso, el miedo a ser la siguiente víctima, lo que las mujeres conocen en carne propia. Dejó las frases más definitivas al inicio de cada página y las fue pegando con cinta adhesiva hasta tener la canción completa. La nación de los 10 feminicidios diarios —según los últimos datos del INEGI— la había preparado para este momento, sentada en el patio de la casa de sus padres, en una pequeña ciudad de Coahuila, al norte de México.

En nueve horas condensó lo que, en años recientes, millones de mujeres han buscado articular como un grito de justicia: palabras para señalar a los responsables, para exigir que se tomen acciones contra estos crímenes, para enunciar la fuerza de la sororidad. Y con ellas su voz resonó en la forma de un corrido en la plaza principal de la Ciudad de México y, después, alcanzó al resto del país hasta convertirse en un símbolo.

—Quería una canción de lucha, de auxilio y justicia, como si estuviera en una marcha —dice la cantautora de 35 años, a través de Zoom, en la víspera de la Navidad de 2020. Está visitando a sus padres, luego de meses de presentaciones, y aceptó dar esta entrevista desde allá, en una habitación de paredes amarillas.

—Tenía la adrenalina y el deadline a tope —recuerda emocionada—, pero estaba buscando las palabras precisas en mi cabeza que quería que se oyeran, y hacerle también honor a estas mujeres que luchan.

Es generosa y abierta cuando habla de su música; ríe al recordar y juega con las mangas de la sudadera negra que viste. Por momentos, hace a un lado el mechón rubio de su cabello negro y rizado o se levanta los lentes y reflexiona sobre el año que casi termina, el torbellino, la canción con la que su vida cambió.    

—Todo fue culpa de Mon [Laferte] —dice riendo.

Era febrero de 2020 y Quintana estaba precisamente ahí, en Francisco I. Madero, el pueblo donde creció, su hogar y refugio; una localidad pequeña, a 35 kilómetros de Torreón, que nació tras la Revolución a principios del siglo xx. Su padre había pasado por ella a la estación de autobuses y acomodaba las maletas en el coche cuando Vivir Quintana —una compositora independiente— recibió una llamada de la cantante chilena ganadora de dos Grammys Latinos, a quien había contratado el gobierno de la Ciudad de México para presentarse el 7 de marzo con motivo del Día Internacional de la Mujer. Laferte era la estrella en el cartel del festival Tiempo de Mujeres, donde también participarían la rapera chilena-francesa Ana Tijoux y la cantante guatemalteca Sara Curruchich. Laferte sabía de su trabajo en la composición de canciones sobre mujeres y quería saber si tenía alguna pieza sobre los feminicidios en México para presentarla con ella en el Zócalo.

—No tengo una canción que hable sobre el feminicidio, pero la puedo hacer —le contestó y Mon Laferte le pidió que entregara la letra y la música esa misma noche.

Eran las 11 de la mañana cuando colgó el teléfono.

Sus planes estaban cancelados.

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Vivir sin miedo. La historia de un corrido feminista