Publicado: 28 diciembre 2020 a las 8:00 pm
Categorías: Artículos
La actual pandemia Covid-19 nos ha sacado de la monotonía de una vida en la que los cambios parecía que eran voluntarios, la zona de confort era placentera para quienes allí estaban instalados, la innovación no era urgente y el progreso parecía venir por sí solo. Casi se podía vivir como antes o como siempre hasta que un virus nos inoculó otras realidades, muchas desgraciadas pero propicias para abrir los ojos a expectativas diversas, donde adaptarse es fundamental, siempre con amplitud de miras.
Hemos descubierto la complejidad del mundo en que vivimos y de nuestros mundos interiores; realidades sociales y económicas que, si ya eran graves antes para muchas personas, ahora se han acrecentado hacia una amenazante crisis, profunda y larga.
También a la educación se la sitúa en este entorno complejo. Hemos de enseñar a interpretar lo que nos pasa y prepararnos para vivir en esa complejidad, con un aprendizaje basado en el descubrimiento a partir de la actualidad diaria, esa que aún no figura en los tradicionales libros de texto en papel pero sí en nuestras vidas, inmersas en un importante componente digital.
Si reflexionamos sobre los cambios y adaptaciones en los centros educativos en general, y entre la profesión docente desde marzo en particular, aplaudiríamos el nivel de esfuerzos y trabajo, aunque también observaríamos carencias y nuevas propuestas con vistas a futuros inciertos.
En el fondo, la educación siempre debería mirar a lo lejos. Formar alumnos para un mañana que, con tantos cambios constantes, pocos saben cómo será si bien intuiciones hay muchas. La prospectiva debería ser una asignatura fundamental en la mentalidad docente. El virus está removiendo metodologías, suscitando transformaciones reales y también críticas constructivas. Notábamos la importancia del cambio, estaba ahí pero ahora la perspectiva se ha ampliado. Lo digital favorece conocer más, si se quiere.
Bienvenida la transición hacia tantas ideas surgidas en cientos de webinars, con repetición de conceptos que demuestran su trascendencia. La escuela que viene se construye hoy, aquí y ahora. Desde quienes están en las aulas, con educación presencial todo el día, con prevención y temor hacia posibles contagios, con el contacto humano físico pero guardando las distancias. Ya se echaba de menos después de tanta virtualidad.
Animamos a aquellos docentes de otros países que lean estas líneas para que luchen por abrir las puertas físicas de sus aulas. El peligro está fuera también, mientras la vida sigue. Hemos de responder al interrogante de cómo humanizar la educación con la presencia física y también con la virtual.
El paso de la educación presencial a la virtual de golpe descubrió formas de enseñanza que han venido para quedarse. Se ha visto cómo la educación digital ha permanecido al margen en muchos centros escolares, situados en un siglo XXI que ahora descubren que es digital.
Si bien la presencialidad es obvia, necesaria y casi imprescindible, la virtualidad también pasó a ser obligatoria en las circunstancias excepcionales del confinamiento total de marzo, más bien como educación remota de emergencia. Incluso también ahora, cuando ha habido cuarentenas de alumnos, docentes o grupos en casa por temas Covid. En medio, desde hace tiempo se sitúa la educación híbrida. Moda para algunos, una necesidad para futuros posibles y para presentes reales.
Alumnos de 13 años que se incorporaron a centros educativos públicos con metodologías basadas en las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) valoraron de forma muy positiva la experiencia de usarlas de forma intensiva por primera vez solo desde septiembre de 2019 a marzo de 2020 y luego, de golpe, pasar al confinamiento. Sin que nadie les hubiera hablado de la educación híbrida, la dejaban entrever en sus valoraciones de cara a otras situaciones. Era un camino de en medio, ahora provocado por la pandemia pero más adelante como forma de aprendizaje.
La adaptación a los cambios de modelos demostró que el alumnado se habituó a una realidad compartida también con el mundo adulto: teletrabajo, teleeducación, teleformación, educación en remoto. ¿Reflexionamos sobre los cambios tan profundos en las organizaciones en general y en las aulas, muchos ya asentados, a la espera de la consolidación? Hogares con familias en entornos líquidos, compartir dispositivos y conectividad, favorecer las consultas, pedir ayudas diversas, convivir tantas horas juntos, descubrir las posibilidades de los aparatos y de las herramientas, establecer horarios y comprobar que los cambios generan ventajas e inconvenientes.
Los cuatro meses de clases presenciales plantearon las bases para aprendizajes rápidos hasta junio y el descubrimiento de que la distancia física se ha de suplantar con soluciones tecnológicas: explotación de todos los recursos que ofrecen las redes sociales, servicios de mensajería, plataformas educativas y, sobre todo, el mundo audiovisual y multimedia con videoconferencias por herramientas como Zoom, Meet, Hangouts, Jitsi, Teams, Skype, Slack, Discord, Facetime, etc.
Estos formatos incentivan la comunicación verbal y no verbal, la planificación, concreción, respeto a normas, temporización y complementariedad mediante opciones como compartir pantalla o el chat. Aquellos centros educativos basados en el papel vieron cómo se puede digitalizar casi todo y cómo el soporte es un factor de cambio en el contenido.
La planificación horaria, los modelos síncronos y asíncronos, la interactividad e intercomunicación, la selección de recursos y las técnicas para explicar y que se entienda sirvieron como base para aprender haciendo. A partir de septiembre, las reflexiones posteriores ayudaron a profundizar en cómo el modelo presencial y el virtual se pueden alimentar y convivir a la vez en el futuro. Podemos avanzar hacia el aprendizaje híbrido, hybrid learning en inglés. A veces se le asocia con el blended learning, aprendizaje semipresencial o combinado. Según los expertos, no son lo mismo.
Es interesante conocer de primera mano qué propuestas surgen del alumnado de 13 años ante posibles confinamientos de personas en concreto, grupos o todo el centro. Partiendo de la experiencia de los meses anteriores, sirvan estas ideas para deducir actuaciones en transición hacia aproximaciones híbridas:
Quizá haya quien piense que, si volvemos a la antigua normalidad, compartir la presencialidad y la virtualidad ya no será necesario. No obstante, los cambios y las transformaciones puede que hayan venido para quedarse. Aunque no fuera así, habrá que prepararse por si acaso el futuro va por ahí:
Las transiciones son símbolo de cambios y de evolución entre modelos: en este caso, educación presencial, virtual, semipresencial o híbrida. En una sociedad compleja como la actual tenemos delante una gran propuesta: entender los modelos más apropiados para cada situación y tener presente esa complejidad, prepararse para ella porque hemos de vivir con ella y seguir educando, en una continua transición hacia futuros desconocidos.
Evaristo González Prieto. Profesor y director del INS “Torre del Palau” de Terrassa (Barcelona).
Fuente:
https://www.magisnet.com/2020/12/transiciones-educativas-hacia-un-aprendizaje-hibrido/
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