¿Llegaremos a vivir 100 años? A veces, los telómeros tienen la respuesta

Publicado: 6 diciembre 2023 a las 8:00 pm

Categorías: Ciencia

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Por Vanessa González Covarrubias y Laura del Bosque Plata

El riesgo a morir aumenta con la edad, es lógico, ¿no? Y es que, conforme pasa el tiempo, cada ocho años se duplica nuestro riesgo a morir, pero ¿cuántos años viviremos?

Sin duda, la esperanza de vida se ha incrementado drásticamente desde la implementación de las medidas de higiene y la revolución industrial, a tal grado que para algunos es factible imaginar vivir 100, 200 o 500 años.

Si uno se asoma a la librería, encontrará más títulos como Vive 100 años, ¿Cómo combatir el envejecimiento?, y algunos en ciencia ficción que auguran que grupos selectos eligirán vivir cientos de años sin envejecer. Las mentes progresistas, como las de los científicos David Sinclair y Aubrey de Grey, han hecho posible analizar e investigar los probables mecanismos que nos llevarían a vivir más allá del promedio de vida actual, que ronda entre los 75 años en México y hasta los 85 en Japón.

Es así como durante las últimas décadas se han analizado decenas de factores sociales, psicológicos, ambientales, fisiológicos y genéticos que podrían dar lugar a vivir muchos, muchos años más. Entre los factores biológicos seguro se ha nombrado mucho a los telómeros. Aquí vamos a ver por qué es un parámetro tan interesante, con posibles respuestas en cuanto a los años que nos quedan por vivir.

¿Qué son los telómeros y cómo los medimos?

Los telómeros son pedacitos de ácido desoxirribonucleico (ADN) que se encuentran al final de los cromosomas y protegen al genoma, pero se desgastan con la edad, así como lo hacen los herretes, las puntas plásticas de las agujetas de los zapatos. Estos pedacitos de ADN están formados exactamente de seis bases o unidades que forman el material genético “TTAGGG”, y se repiten una y otra vez.

Mucho de lo que sabemos acerca de los telómeros y su longitud se lo debemos a Elizabeth Blackburn, acreedora del premio Nobel de Medicina o Fisiología en 2009, y a. Richard M. Cawthon, quien desarrolló un método para medirlos. Sus trabajos han ayudado a establecer una relación entre la longitud de telómeros y las expectativas de vida o envejecimiento. Actualmente, ya se ha demostrado una relación entre los telómeros y el riesgo a padecer enfermedades crónicas y senescencia celular, o envejecimiento de la célula; es decir, su capacidad para replicarse y seguir funcionando adecuadamente. Entre más largos son los telómeros, tenemos mayor salud y expectativas de vida.

La longitud de los telómeros depende de la telomerasa, proteína que ayuda a su mantenimiento, alargamiento y protección, y asegura cierta estabilidad y organización a los cromosomas. La telomerasa añade la secuencia TTAGGG, al final de la cadena de ADN, alargando o protegiendo la longitud de los telómeros. Sin esa protección, la cadena de ADN se “enreda”, o se pega con otras cadenas, con lo que podríamos perder hasta 10 000 bases de ADN por división celular. Un acortamiento tan drástico causaría la pérdida completa de genes, cosa que no ocurre gracias a la telomerasa; aun así, se pierden pedacitos de telómero en cada división celular. Y, cuando los telómeros son muy cortos, hay señales de que una célula ya no es óptima, sino vieja, y debe morir. La telomerasa debe actuar cada vez que se replica la célula, ya que el ADN se abre para duplicarse y se encuentra vulnerable. Con ayuda de la telomerasa, cada vez que la célula se divide, los telómeros se acortan solamente unas 25 a 200 bases/letras del ADN.

Longitud de telómeros en el transcurso de la vida

Se estima que la longitud de telómeros se hereda al menos en un 80 %. Nacemos con unas 10 000 a 15 000 de estas repeticiones teloméricas TTAGGG; cuando somos adultos tenemos 8000, y cuando alcanzamos la vejez, se han disminuido alrededor de 2000. No sabemos con exactitud por qué las personas de la misma edad pueden tener telómeros más largos o muy cortos. Estas diferencias en longitud se le atribuyen en parte a la actividad de la telomerasa, esta megaproteína conformada por muchas proteínas, que se encuentra presente en altas concentraciones en células troncales o células madre, razón por la que éstas no envejecen. Es decir, los telómeros largos o la alta actividad de la telomerasa permite que las células se sigan dividiendo y escapen del envejecimiento, pero esto no siempre es sinónimo de salud, ya que las células cancerosas también tienen altos niveles de telomerasa, lo que impide que mueran.

¿Por qué debemos estar interesados en la longitud de nuestros telómeros?

Algunos experimentos en ratones indican que, si aumentamos la longitud de los telómeros, estimulando la actividad de la telomerasa, estos pueden vivir 20 % más. Y, aunque estos resultados han sido controversiales, hay reportes más contundentes que demuestran que el acortamiento de los telómeros es capaz de predecir las expectativas de vida de prácticamente cualquier especie. Aún más relevante es el hecho de que podemos modificar la longitud de nuestros telómeros. Supongamos que heredamos telómeros cortos y que desde nuestro nacimiento estamos en “desventaja” molecular, o bien que nacimos o vivimos en alguna ciudad sumamente estresante y contaminada, que sabemos afecta la longitud de los telómeros. Entonces, el factor clave a controlar para disminuir el envejecimiento es desacelerar el acortamiento telomérico y eso pudiera estar en nuestras manos.

Hoy sabemos que ciertas intervenciones, científicamente comprobadas, son capaces de desacelerar el acortamiento de telómeros, e incluso alargarlos cuando se han visto dañados. Por ejemplo, según el estudio “SUN” de la Universidad de Navarra, con la dieta mediterránea, que incluye la ingesta de grasas saludables, frutas, nueces y verduras, es posible aumentar la longitud de los telómeros significativamente. Esta dieta también mejora la salud cardiovascular, el principal factor de muerte en nuestros días.

Existen otras intervenciones un tanto drásticas que parecen incidir positivamente en la longitud de los telómeros, como es el caso del ayuno intermitente y la restricción calórica que implica no consumir alimentos por al menos doce horas al día o disminuir las calorías en un 30 %. Estas intervenciones tienden a activar mecanismos como la limpieza celular (autofagia), control de la inflamación, y alteraciones en centros clave del metabolismo, como las sirtuinas (resveratrol) y mTOR (rapamicina), que inciden en las expectativas de vida. Pero de estas intervenciones hablaremos en otra ocasión.

Además de la dieta del tipo mediterránea, también podemos alargar los telómeros mediante el ejercicio aeróbico, que estimula la producción de telomerasa. El especialista en ejercicio y nutrición Larry Tucker, de la Universidad Brigham Young, nos dice que el acortamiento telomérico grave se observa en personas sedentarias, y que la actividad física lo revierte. Uno de sus estudios reveló que el ejercicio aeróbico intenso por treinta minutos, cuatro a cinco veces por semana, es capaz de detener la edad biológica hasta por nueve años o el equivalente a 140 pares de bases de la longitud del telómero. Es importante señalar que, si se opta por alguna de estas intervenciones, se deberá ser consistente y mantener la dieta y actividad física por al menos un año.

Estamos próximos a ver cómo la longitud de los telómeros se utiliza para calcular y predecir nuestras expectativas de vida, ya que su medición está siendo cada vez más asequible. Y, aunque por ahora no es posible medirlos fácilmente en casa, sí es posible alargarlos a través de una dieta saludable, como la mediterránea, y el ejercicio aeróbico constante.

Cuidemos nuestros telómeros, esto nos ayudará a tener una vida más saludable y longeva.

Ilustración: Izak Peón

Laura del Bosque Plata y Vanessa González Covarrubias
Científicas en el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), donde estudian los mecanismos moleculares de diversas enfermedades crónicas.

Referencias

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¿Llegaremos a vivir 100 años? A veces, los telómeros tienen la respuesta