La máquina de Benjamín Labatut

Publicado: 4 abril 2024 a las 6:00 pm

Categorías: Arte y cultura / Literatura

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Por Santiago Hernández Zarauz

En pocos años, Benjamín Labatut se ha revelado como una de las voces narrativas más interesantes del mundo hispanohablante. Este ensayo expone algunas de las razones.


Para Javier

Quizá no haya un mejor interlocutor que la inteligencia artificial para escribir un texto como este. Imagino una instrucción cercana a la siguiente: “redacta un ensayo de cinco mil palabras sobre MANIAC, con un par de párrafos que aborden también Un verdor Terrible La piedra de la locura, haciendo énfasis en la profundidad científica y literaria de estos tres libros. Usa el estilo de un lector novel mexicano de alrededor de treinta años y escribe qué tanto está presente el azar en la aparición de obras como esta”. A lo mejor y lo ideal sería conocer en tinta la opinión de un matemático, una bióloga, un programador o alguna persona destacada en el universo de la física cuántica para intentar encontrar las costuras de una máquina tan apabullante como la literatura de Benjamín Labatut.

Llegué tarde al Verdor terrible; libro que se publicó en el año maldito por la pandemia pero que logró sobrevivir de manera evidente porque se convirtió de inmediato en un raro jarrón de Pandora que envenenó justificadamente de lectura a quienes descubrieron la prosa del autor chileno, nacido en Holanda. Comencé a leerlo y no pude parar de devorar los párrafos hasta no terminar su novela siguiente: MANIAC. Publicada en Anagrama en 2023 —aunque el original está escrito en inglés—, MANIAC se convirtió al poco tiempo de estar en la mesa de novedades en un fenómeno editorial que continúa con el fervor que desató el Verdor terrible, donde se entremezclan las condiciones físicas de la materia en la escritura de un autor que atraviesa un momento sumamente interesante en la conversación editorial de hoy. Labatut es uno de los autores que más han sacudido mis horas de lectura, dado que la forma que encuentran sus libros abraza una de las definiciones que entiendo de belleza. Creo que hay escritores que escriben un libro durante toda su vida y, más allá de enfocarse en una gran obra como legado para la humanidad, tienen una agudeza de lector avezado para afinar la mirada en las fascinaciones que pueblan sus anhelos, sus obsesiones. Eso encuentro en Labatut.

En estricto sentido se trata de obras en donde las obsesiones de mentes brillantes de la ciencia arrastran los límites de lo racional al grado de tocar las puertas mismas del infierno. Lo que podríamos entender como realidad se devela desde el sufrimiento o la tristeza. Genios que han encontrado en su búsqueda incansable por la verdad, la noción más palpable de soledad, desasosiego o locura al formular y traducir al universo terrenal toda una serie de cálculos y hallazgos que rozan un entendimiento desde lo divino.

Desde la cuarta de forros, MANIAC se presenta como un tríptico que delinea una serie de figuras trascendentales de la historia de la ciencia del siglo XX y en cuyas intimidades se manifiesta la locura incontenible de sus descubrimientos. Una especie de Jardín de las delicias en el que se transita de lo sagrado a lo profano a través de personajes históricos como el físico autriaco Paul Ehrenfest, el matemático Kurt Gödel, la ingeniera e informática Klára Dan y la fascinante historia del matemático húngaro Neumann János Lajos. Todas estas importantes y reconocidas figuras en el universo de la ciencia comparten la virtud y la condena de haber realizado proezas que parecían inalcanzables pero que se tradujeron a posteriori en una razón contundente para llegar a un final muy desafortunado:

Ehrenfest descendió al averno más oscuro de la locura al suicidarse después de haber asesinado a un hijo con una adiversidad mental en 1933 como consecuencia de sus dilemas frente a la irracionalidad de la ciencia de su tiempo y el ascenso del régimen nazi. Kurt Gödel entró en una psicosis terrible que parece tener un origen en el desarrollo de los teoremas de incompletitud, que demostraron una inconsistencia en la base de las matemáticas y que se sigue digiriendo en la teoría contemporánea. Klára Dan se ahogó en California después de haber perseguido una importante carrera científica en los Estados Unidos…

A través de gente cercana a todos ellos, Labatut dibuja el fondo y la forma de voces geniales y enigmáticas a las que escuchamos en el registro de tres tiempos narrativos: primero un narrador en clave ensayística, que el propio autor reconoce como una resonancia al estilo de Sebald; después un coro de voces que remite de manera antropológica y literaria a mucha de la experiencia que Labatut ha tenido en Estados Unidos —cuando el relato también transita por este país—; y después el narrador se torna objetivo al grado de ser descarnado y externo ante los protagonistas, como si se tratase de un reportaje periodístico.

En ese voltaje la novela mantiene un tiempo prolongado en la vida y obra del matemático húngaro János von Neumann, quién adoptó el nombre —o la máscara— de John von Neumann al huir de los totalitarismos europeos para exiliarse en Estados Unidos. En él Labatut encuentra una de las figuras más ilustrativas de su búsqueda: alguien que mantuvo una relación cercana con lo divino sin dejar de mirar a los ojos a Belcebú. Labatut no ceja en afirmar que se trató del “ser humano más inteligente del siglo XX”. Una mente que ayudó a completar las ecuaciones necesarias para materializar la bomba atómica, que estableció los fundamentos teóricos de la mecánica cuántica, que experimentó por primera vez con la predicción climatológica, puso en práctica la Teoría de Juegos y en quien también podemos rastrear un origen de la inteligencia artificial. Durante una parte significativa de su vida, von Neumann persiguió de manera enfermiza su vocación científica: su propósito era crear una máquina considerada como la primera computadora moderna. En ese entonces John ya era parte del aparato industrial militar estadunidense. Convertido en una especie de peón en el tablero de la guerra, el gran genio fue fundamental para la elaboración y cuidado de la Máquina de Cálculo Numérico del Instituto de Estudios Avanzados o MANIAC. Von Neumann es también una figura imprescindible en la elaboración de la Teoría de Juegos, paradigma clave en la economía neoliberal y que también fungió como justificante durante la estrategia de Destrucción Mutua Asegurada de la Guerra Fría. Dicha estrategia planteó que la única vía posible para evitar la aniquilación de toda la existencia humana, dependía de armar a las dos superpotencias con el arsenal suficiente como para que desaparecieran ambas con sólo presionar el botón rojo en cualquiera de las dos mitades.

Al respecto escribe Labatut:

En 2020 publiqué un libro titulado Un verdor terrible, en el cual trenzo algunos de los hitos que forman la red de asociaciones, ideas y descubrimientos que dieron origen a la química, física y matemática modernas, porque esas disciplinas —junto con el súbito estallido de las tecnologías de la comunicación, la biología y la computación— se encuentran en la base de nuestra cosmovisión actual. Si bien esa perspectiva racional e ilustrada aún es poderosa e imponente, se está resquebrajando.

Me gusta mucho recordar que el Verdor lleva como título en inglés The moment we cease to understand the world. Como parte de ese mismo universo, MANIAC bien podría entenderse como una novela, por más que por momentos parezca ensayo, diario o nota periodística de los testigos de todos estos prometeicos personajes, en donde se pone en jaque ese presente que ya caminamos. Hay quienes aseguran que una película debería comenzar con una erupción de volcán y de ahí hacia arriba. Esa máxima me resuena de manera particular en un libro como MANIAC que abre sus puertas con las siguientes líneas: “En la madrugada del 25 de septiembre de 1933, el físico austriaco Paul Ehrenfest entró en el Instituto Pedagógico del profesor Jan Waternik para niños discapacitados en Ámsterdam, le disparó a Vassily, su hijo de catorce años y luego se pegó un tiro en la cabeza”.

La partitura literaria que encierra esta novela —me sigue fascinando nombrarla así— se encamina hacia el instante en el que la máquina venció por primera vez al cerebro humano en una partida del antiguo juego de Go. El momento en el que la computadora Alpha Go derrotó a los grandes maestros Lee Sedol y Ke Jie, que parecen artistas al fin vencidos por la belleza, si así entendemos la serie de movimientos y decisiones que la máquina ejecutó casi de forma milagrosa. Se trata de una partida que el propio escritor juega con su libro, como si siguiera los pasos de un milenario ritual, para revisar el hecho de que las máquinas ganen de manera sistemática contra la humanidad en los retos más complejos que se han inventado; esta razón confirma el miedo que podemos sentir ante la presencia de estas nuevas “deidades”. Sin embargo, asegura Labatut, “hay algo que estamos haciendo con la tecnología que tiene un tufo muy antiguo”. En este ritual llamado MANIAC —donde se presenta un sacrificio, un llamamiento y también un cierre— la máquina de Labatut arroja la resolución del teorema demostrando que por más que queramos llegar al meollo de todas nuestras preguntas siempre emergerá el trasfondo del misterio y de lo incognoscible. Aparecerá la danza del azar, la intuición o la gracia para poner en tela de juicio cualquier medida o cualquier estructura.

 

Santiago Hernández Zarauz
Músico y editante en la casa editora independiente Minerva

Fuente:

La máquina de Benjamín Labatut