Alicia cumple 160 años: la niña ‘maravilla’ que inspiró la liberación femenina y trascendió a su autor

Publicado: 7 julio 2025 a las 2:00 am

Categorías: Literatura

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Por Almudena Orellana

Alicia 160 años

Este 4 de julio se cumplen 160 años de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas, la historia de Lewis Carroll -cuyo verdadero nombre era Charles Lutwidge Dodgson-, una obra maestra de la literatura universal pese a las dudas que posteriormente suscitó su autor sobre su “obsesivo” interés por las niñas, algo que nunca pudo confirmarse.

El origen del cuento se sitúa a orillas del Támesis en 1862, aunque no fue hasta 1865 cuando vio la luz como libro. Aquel día de verano, Carroll, que además de escritor era matemático, fotógrafo aficionado, clérigo y profesor, disfrutaba de una agradable tarde de remo junto a las hijas del decano y nuevo director de la Christ Church, uno de los ‘college’ de la Universidad de Oxford, donde daba clases.

Una de esas niñas, Alice Liddell, terminaría inspirando y dando forma a Alicia, un personaje sublime y disruptivo que con el paso del tiempo se convirtió casi en un manifiesto feminista y en un personaje de ficción capaz de entusiasmar a millones de personas.

Tiempo después, y como recoge la historiadora del arte Mónica Carabias Álvaro (Alicia, entre la realidad y la ficción, ASRI 2013), el entusiasmo de la pequeña por aquella historia llevaría a Carroll a dar forma al cuento y a pasar la noche en vela para terminarlo. Así lo manifestaría el reverendo Robinson Duckworth, uno de sus colegas de Oxford presente en aquella tarde de cuentos en el río.

'The Nursery Alice', versión preescolar (1890)

Imágenes del libro ‘The Nursey Alice’ (título original en inglés), versión de Carroll posterior (1890) para preescolares con ilustraciones de su primer dibujante, John Tenniel. Cortesía de editorial Edelvives.

La educación femenina en la época de Lewis Carroll

Si por algo destacó en 1865 el personaje de Alicia fue por desafiar las normas de género impuestas durante la época victoriana, absolutamente estrictas y centradas en el papel de la mujer como “ángel del hogar”, lo que condenaba sin ambages el futuro de las más pequeñas.

Y es que, el destino ‘ideal’ de las niñas debía ser el mismo que el de sus madres: las tareas domésticas y la maternidad, y así lo vemos en obras como Émile o de la educación (1762) de Jean-Jacques Rousseau, cuyo quinto libro –Sofía o la mujer– dictaba que la educación femenina debía estar siempre subordinada a la ‘razón’ masculina con frases como las siguientes:

“De suerte que toda la educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Agradarles, serles útiles, hacerse amar y honrar de ellos, educarlos cuando niños, cuidarlos cuando grandes, aconsejarlos, consolarlos, hacerles grata y suave la vida; estas son las obligaciones de las mujeres en todos tiempos, y esto lo que desde su niñez se les debe enseñar”.

Una preparación para el matrimonio y la vida familiar que también se vio en España en obras como la del Tratado de la educación de las niñas (1792), de Gaspar Melchor de Jovellanos. Y es que, aunque aquella forma de concebir la educación femenina estaba pensada para anular la curiosidad intelectual y el pensamiento crítico, nada de eso se ve en el personaje de Carroll que, envuelto en lo onírico, parece querer romper con todas esas normas restrictivas impuestas a las mujeres.

Alicia y su influencia feminista en la literatura posterior

A finales del siglo XIX fueron numerosas las voces que clamaron por la igualdad intelectual y el acceso femenino a la educación, como Concepción Arenal, Fernán Caballero, Gertrudis Gómez de Avellaneda o Emilia Pardo Bazán, si bien las voces masculinas fueron bastante minoritarias. Por eso la figura de Alicia cobra una dimensión tan sorprendente desde una óptica feminista e influyó tanto en la forma de crear y en lucha posterior de las mujeres, especialmente de las escritoras.

En un mundo literario y social que relegaba a las niñas a papeles pasivos y obedientes, como el de la ‘Sofía’ de Rousseau, Alicia emergió como un personaje de inquebrantable espíritu, algo que más tarde veríamos en personajes como los de Johanna Spyri (Heidi), Astrid Lindgren (Pipi Calzaslargas) o Elena Fortún (Celia).

Alicia no se conforma con su destino ni es un personaje femenino que espere un rescate, sino que es ella misma la que toma el control y decide perseguir al Conejo Blanco, beber de la botella o comer pastel. La que se aventura a través de lo desconocido para poder explorar y satisfacer su curiosidad interna a través de sus propias decisiones, autonomía que analiza un estudio reciente de Rebecka Mohell TekbilekA Feminist Study of Alice’s Adventures in Wonderland (Dalarna University, 2021).

personaje de Alicia ilustrado por Benjamin Lacombe

Ilustración del personaje de Alicia, de Lewis Carroll, agarrando al Conejo Blanco. Realizada por el ilustrador francés Benjamin Lacombe para ‘Alicia a través del espejo’ de Edelvives (2017), cortesía de su editorial.

Desafiar la autoridad y las normas en un mundo patriarcal

Frente a la tiranía de la Reina de Corazones o la aparente ‘locura’ de los excéntricos habitantes del País de las Maravillas, Alicia no parece someterse. Por el contrario, su mente racional y su sentido de la justicia la impulsan a debatir, a señalar lo absurdo y a negarse a aceptar las imposiciones sin sentido. Una actitud que, para los libros de educación femenina del momento, estaba más en línea con la desobediencia o la mala educación, lo que aumenta la subversividad de la obra.

El personaje de Alicia es valiente, y eso la conduce a desafiar la autoridad y las normas establecidas, encontrando tras ese oscuro laberinto su autonomía y su propia identidad, al igual que otros personajes de la época como ‘Jo’ de Mujercitas, la obra cumbre de Louisa May Alcott (1868-1869). Una cualidad que resalta la complejidad del personaje, como analiza Carabias Álvaro en su artículo.

De esta forma la lectura del País de las Maravillas puede hacerse desde un punto de vista metafórico del mundo adulto y patriarcal -con normas arbitrarias y reglas impuestas- al que Alicia se aproxima irremediablemente, en ese viaje interior que nos va alejando de la infancia. Análisis que se enmarca en estudios como el de Carabias o escritoras como Julia Schorn (Curiouser and Curiouser’: Discouraging Female Agency and Curiosity in Alice’s Adventures in Wonderland (Spring, 2017).

Así, en una sociedad que dictaba cómo debían ser las niñas, Alicia se rebela afirmando su derecho a ser ella misma, sin importar lo que opinen los demás. Una apuesta por la espontaneidad de la infancia y el derecho a tener voz propia, que tal vez pudo contemplar el autor. Por eso la verdadera ‘maravilla’ de Alicia reside en su capacidad de cuestionar, resistir y forjar su propio camino, incluso en los escenarios más desafiantes.

Lewis Carroll: genio y sombra tras el País de las Maravillas

Sobre las relaciones que Carroll mantenía con muchas familias victorianas y sus hijas, con las que jugaba, hacía trucos de cartas, conversaba e incluso fotografiaba, y cuya intencionalidad se puso en duda, algunos historiadores defienden que se trata de una malinterpretación que no contempla el contexto histórico, la idealización de la niñez de la época victoriana o la personalidad del escritor y su carácter sensible, como la historiadora británica Karoline Leach, en In the Shadow of the Dreamchild (1999).

Otros especialistas, como Morton N. Cohen (Lewis Carroll: A Biography (1995), consideran que pudo haber tenido impulsos sexuales hacia las niñas, si bien nunca llegó a materializarlos. Michael Bakewell, por su parte, coincide en señalar en Lewis Carroll: A Biography (1996) que su interés por las niñas fue “obsesivo” y mantuvo con ellas una “dependencia psicológica” que nunca superó, idea que retomaría un documental de la BBC: El mundo secreto de Lewis Carroll (2015).

Mención aparte merece el aspecto tétrico y perturbador que muchas fotografías del siglo XIX generan, como las de muertos o las que mostraban la desnudez de niñas y niños, o sus semblantes durante el sueño, como las del propio Carroll y otros fotógrafos del momento, como Julia Margaret Cameron.

Un misterio que el corte abrupto de relación con la familia Liddell no hizo más que alimentar -cuyo motivo exacto se desconoce-, al igual que la destrucción total o parcial de los diarios de Carroll y de numerosas fotos.

Fuese como fuese, lo cierto es que Carroll seguiría manteniendo correspondencia circunstancialmente con Alice incluso tras el matrimonio de esta, viéndose por última vez siete años antes de su muerte en 1898, según anotaciones del escritor recogidas por Nieves Sánchez Garre en Evolución de la fotografía a través de la obra de Lewis Carroll (UCM, 2003).

El legado de ‘Alice’ y su obra maestra de la literatura universal

En 1932 -tan solo dos años antes de su muerte- Alice viajó a Nueva York sin dudar, a pesar de sus 80 años, invitada por la Universidad de Columbia con motivo del centenario del nacimiento de Carroll.

En palabras de su bisnieta Vanessa Tait, recogidas por la BBC en un artículo publicado el 4 de julio de 2020, estaba muy feliz y “sorprendida por el apoyo del público”. Incluso en su epitafio se señaló que era la ‘Alicia’ de Carroll.

ilustración benjamin lacombre libro carrusel de edelvives (2016)

Ilustración de los personajes de Alicia y la Reina de Corazones, realizada por el ilustrador Benjamin Lacombe para ‘Alicia. Libro carrusel’, publicado por Edelvives (2016). Cortesía de su editorial para Efeminista.

Otra de las niñas que conoció a Carroll, Enid Stevens, cuyo testimonio también fue recogido por Sánchez Garre, dijo sobre el escritor:

Sé ahora que nuestra amistad fue probablemente la experiencia más valiosa de mi larga vida, y que influyó en mi actitud mucho más que cualquier otra que tuviera desde entonces -y que fue absolutamente positiva-. Su expresión solo brotaba libremente cuando caminaba con una niña de la mano: una de ellas ahora reconoce la deuda a su memoria que jamás podrá pagar”.

Afortunadamente, y al margen de las incógnitas y las sombras que aún persisten, su obra es ya todo un universo propio. Un cuento capaz de inspirar a niñas y mujeres de todo el mundo a ser dueñas de su relato individual más allá de su autor. Porque quizá la verdadera aventura de Alicia fuese esa misma: salir del laberinto y ayudar a otras niñas a celebrar su libertad, en el real absurdo de la vida.

Fuente: https://efeminista.com/alicia-160-anos-liberacion-femenina/