Publicado: 31 diciembre 2023 a las 6:00 pm
Categorías: Arte y cultura / Músicas
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Por Emilia Canela
En noviembre se cumplieron cuarenta años de Clics modernos, segundo álbum solista del músico argentino Charly García. La icónica portada es una foto en blanco y negro que muestra a Charly de 32 años y cabello corto, sentado, cigarro en mano, con la espalda recargada en una pared con un esténcil de la silueta de una persona junto a la leyenda “modern clix”. Charly y el fotógrafo Uberto Sagramoso encontraron esta figura mientras caminaban por las calles de Nueva York para la sesión de fotos. Lo que captó la atención de Charly fue el recuerdo cercano de las pintas que, a modo de protesta, se usaban en Argentina para representar a los desaparecidos de la dictadura. El espacio de “modern clix” se trata de la esquina Walker Street y Cortlandt Alley que recientemente renombraron como “Charly García Corner” por el aniversario del disco.
El álbum salió a un mes del fin de la dictadura militar y la vuelta de la democracia en Argentina. Apenas el año anterior, García se había quedado sin banda tras los conciertos de despedida Adiós, Serú Girán. Era también el mismo año en que Argentina, entonces campeona del mundo, quedó fuera del mundial de futbol con una derrota 3 a 1 contra la selección brasileña y concluyó la Guerra de las Malvinas con la rendición de Argentina.
Clics modernos concentra la esencia de Charly García como creador: con un ensamble sofisticado y una composición donde no sólo las letras dicen, también la música manifiesta algo. Suena a un experimento musical, a alguien divirtiéndose en el estudio, pero con claridad sobre el estilo que se busca. En el estudio lo acompañó Joe Blaney, un ingeniero de sonido que acababa de trabajar con The Clash y que Charly eligió para su producción.
En este experimento, el instrumento más importante es la caja de ritmos Roland TR-808, un sintetizador de baterías y percusiones con sonidos eléctricos presente en canciones de la época. García siempre estuvo familiarizado con la escena musical del momento, dicha necesidad de innovar, de estar a la vanguardia en los sonidos que se podían utilizar, lo sitúan en un diálogo internacional. Este estilo electrónico con teclados, acompañado de Pedro Aznar en el bajo y Larry Carlton en la guitarra, pero en canciones de rock, lo hace uno de los trabajos más innovadores de su carrera.
El álbum inicia con “Nos siguen pegando abajo”, uno de los temas más populares, lírico y metafórico, envuelto en una energía synth pop rock. “No soy un extraño” sintetiza la renovación que atravesaba y la indiferencia ante la expectativa ajena. En sus propias palabras: “la alegría está en el descubrimiento y no en la repetición, está en el cambio.” Con samples de James Brown como base, “No me dejan salir” es uno de los temas más agitados y contrasta con la nota grave del piano que anuncia uno de sus temas más complejos, “Los dinosaurios”. Con sutileza, las teclas acompañan lo profundo de la letra: “La persona que amas puede desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”. La densidad de estos versos tomó un sentido cultural naturalmente asociado a los desaparecidos de la dictadura, los exiliados, entre otros, aunque Charly no reconoció esta relación. Tal vez porque quería dejar en claro que ya no era Sui Generis, La máquina de hacer pájaros o Serú Girán, sino Charly García. Y por eso no es una canción de protesta, no es simple política o manifiesto. Es poesía.
Una de las virtudes de García es que no cedió a la repetición monótona y aburrida, a la anáfora o al estribillo burdo: rompe de manera explosiva. En cada canción juega con las sílabas; las estira o contrae a su antojo de distintas formas: a veces juguetonas y divertidas, como en “Dos cero uno”, a veces etéreas y solemnes, como en “Ojos de videotape”. Es un disco confeccionado con gran detalle, como si se tratara de una artesanía, en el que cada tema y su orden se justifican en función de la combinación de letras y música que entrelazan.
Durante toda su carrera, Charly atravesó por varios estilos: abrevó lo mismo de los motivos del folklore, el rock progresivo, el rock experimental y el rock pop, con letras que reflejan una tradición argentina de letristas y poetas que viene desde el tango. A pesar de la recurrente denuncia a los abusos del poder y el adoctrinamiento, el músico nunca se identificó como víctima, sino como genio. Esta personalidad sofisticada, con una claridad musical estilística, le permitió componer una variedad de temas que respetan la esencia del rock: servirse de su locura para crear.
Clics modernos es resultado de un músico con rumbo claro, sintetiza la maestría y destreza del genio que contagia la emoción que lo motiva. “Ahora todos dicen que soy un genio, qué bueno. El año pasado no decían eso. ¿Será porque vine de New York?”, dijo en una de las presentaciones del disco. Y es que, además de su estancia en Nueva York, la grabación en Electric Lady (los famosos estudios fundados en 1970 por Jimi Hendrix) influyó absolutamente en la calidad del sonido del álbum, una calidad que todavía no se conseguía en América Latina.
La presentación de esta osadía fue en el estadio Luna Park, los días 16, 17, 18 y 19 de diciembre de 1983, con una gran banda, acompañado de Fabiana Cantilo en los coros y Fito Páez en los sintetizadores. “Es una polirritmia entre máquinas y sonidos tocados”, dijo Charly en una entrevista en diciembre del mismo año. Por eso el álbum es Clics modernos y no Nuevos trapos, como inicialmente iba a llamarse. Consiguió crear algo nuevo, disruptivo. Es emblemático no sólo de la carrera de åGarcía, sino del rock argentino y latinoamericano en general; incluso del rock en general, si no fuera porque el rock en español suele ser catalogado como algo aparte.
Eran los años ochenta y predominaban los sonidos electrónicos con bases simples y mecánicas. En apenas dos años, Charly sacó Yendo de la cama al living, Clics modernos y Piano bar. Cuando salió Clics modernos, en el mundo sonaba principalmente Thriller de Michael Jackson, lanzado a fines del año anterior y que pronto se convertiría en el álbum más vendido de la historia, además de Synchronicity de The Police, She’s So Unusual de Cindy Lauper y Let’s Dance de David Bowie. En este ambiente, Charly García consolidó su popularidad, superó todo lo que había creado hasta entonces y demostró ser un artista inmenso, eterno.
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