Publicado: 22 diciembre 2023 a las 6:00 pm
Categorías: Vivino
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Por Ruth de Andrés
Porque no importa lo que haya en el menú para el evento principal, siempre hay dudas que resolver acerca de cómo servir y presentar el vino en navidad. Ya optes por un clásico, como el besugo, ya sea algo alta cocina o te decidas por un menú tipo estrella michelín, sigue leyendo porque vamos a ayudarte a crear una experiencia memorable y a evitarte nervios y dudas.
¿Cuánto vino compro? ¿Qué copas uso? ¿Tengo que dejar respirar el vino tinto el día de Navidad? ¿Cuándo hay que empezar a enfriarlo? ¿Y qué hago al día siguiente con las sobras? No vamos a marearte con maridajes. Hay cientos, que digo cientos, miles de artículos escritos sobre el tema del maridaje en las comidas navideñas. Incluso nosotros hemos escrito algunos. Cuando finalmente cada uno elige lo que le place. Así que vamos a algo más práctico y, seguramente, más importante si eres el organizador. Todos esos dilemas acerca del cómo, cuánto, cuándo y por qué. Olvidándonos del qué. Hemos preparado esta guía con respuestas a los dilemas del bebercio más recurrentes en todas las fiestas.
¡Feliz Navidad a todos!
Nos ha parecido que lo más importante era esta consigna: relájate. Y para ello, desayuna una copita de espumoso. Vale, igual no tanto, pero empieza con tus preparativos y eso significa también ponerte en un estado de ánimo festivo. Así que sírvete unas burbujitas, tararea unos villancicos y todo será más fácil.
La nevera está tope, todo necesita frío y también las botellas. Tan engorrosas de meter en el frigo, de ponerles cosas encima o de apoyarlas encima de algo. Vamos con dos trucos bien sencillos:
Uno de los métodos más controvertidos es agregar cubitos de hielo a la copa. A nosotros no nos gusta pero cada uno en su casa… El problema es que el hielo se derrite y diluye el vino. Así que, como norma general, nada de cubitos de hielo a la copa.
Si alguno se lanza con una idea sofisticada, nos encanta la propuesta de las uvas congeladas. Este método requiere un poco de planificación anticipada, pero queda de lo más chic. Congela uvas y luego las puedes poner en las copas. Las uvas se van descongelando, pero no diluyen el vino.
Por último, las camisas de hielo pueden ser una buena opción y, sin duda, ayudan a mantener el vino fresco una vez en la mesa. Pero no son muy eficientes si lo que queremos es enfriar el vino.
Se trata de beber y no atosigar. Pero, sobre todo, se trata sobre todo de beber varios vinos. Para eso es fiesta. Así que lo ideal es servir aproximadamente un tercio de la copa. Excepto en el caso del espumoso, donde todos esperan que llenes la copa, no hasta el borde, pero sí al menos hasta un dedo antes del borde.
El cálculo general es una botella para cada cuatro personas, si es que vas a servir un blanco, un tinto y un espumoso. Si tu idea pasa por añadir más vinos a la ecuación puedes reducir la proporción y llegar hasta una botella cada seis personas. Nuestro consejo es no bajar de ahí. Más que nada porque siempre puedes encontrarte que ese vino en particular se convierta en el preferido de algún invitado que quiera repetir y repetir y te encuentres en la triste tesitura de tener que decir que no hay más.
Esto nos da para un artículo solito o incluso dos… ¿Decanto o no? ¿Mejor abro antes? Vamos a hacerlo breve porque hay mucha literatura sesuda sobre el tema y hemos dicho que íbamos a ir al grano y a ser prácticos.
En general se considera que, al airear algunos vinos, los aromas se liberan más fácilmente y el vino pierde el carácter de cerrado, con olores algo desagradables, que puedes encontrar en vinos que han estado guardados mucho tiempo.
Cuando la gente habla de dejar que el vino respire, en realidad se trata de exponer el vino al oxígeno al permitir que se airee antes de beberlo. Esto puede hacerse:
En estas fiestas, en las que ya estamos suficientemente atareados, no os aconsejamos abrir antes. Más que nada porque es difícil calcular cuánto de antes y seguramente no sea el día para florituras. Así que lo más fácil es que abras la botella, te sirvas un poquito y si ves que el vino está cerrado, lo decantes. Suavemente, pero lo decantes.
Todos hemos estado allí: el corcho se rompe en una botella especial que has estado guardando. O peor, en una botella recién compradita para la ocasión. Aquí no tienes ni la excusa de que el corcho estaba dañado.
Vencido el primer susto, la cuestión está en sacar ese corcho del cuello de la botella. Dos caminos llegados a este punto:
Y ahora, lo más importante, ¿se puede beber ese vino después de un desastre de corcho? En principio sí. Siempre que separes las partículas del líquido, porque a nadie le agrada beber vino con tropezones.
La solución más sencilla y obvia es filtrar el vino a través de un colador de malla. Y ya. Si las partículas de corcho fueran muy muy finas, como para pasar a través del colador, utiliza un paño muy fino sobre un embudo. Si es un vino viejo, vigila que no tenga precipitados que puedan otra vez caer al decantador o al recipiente que estés usando. Así que cuando estés llegando al final de la botella, ve poco a poco revisando de vez en cuando si justo con el líquido llegan sedimento que podían estar depositados al fondo de la botella.
Esto pasa siempre, no sólo en Navidad. Así que siempre es útil saberlo. Depende del vino:
Copiamos la idea de Victoria Moore, la escritora de vinos ingleses, que dice que cuando te sientas a la mesa de Navidad, el primer deber del vino no es acompañar la comida sino acompañar tu estado de ánimo. Tu estado de ánimo festivo y el del vino, pues lo mismo. Por lo tanto, el mejor consejo es beber el vino que más le apetezca en ese momento. Quizás en tu caso es uno caro o uno sofisticado o igual prefieres algo fácil que invite a la conversación y a la risa. Lo que sea, pero se nos antoja el mejor consejo.
¡Felices fiestas!
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