La educación media superior necesita más mujeres en puestos de liderazgo

Publicado: 13 marzo 2021 a las 8:00 pm

Categorías: Artículos

Por Laura Noemi Herrera • Marco Antonio Fernández • Daniel Hernández Franco

Es un problema nacional que sólo el 26 % de las mujeres acceden a puestos de liderazgo en las empresas. De manera consistente, se observa en las escuelas del país una situación muy parecida. A pesar de que el 49 % de los docentes de educación media superior (EMS) de planteles públicos son mujeres —la metodología sólo considera planteles de media superior públicos con excepción de los planteles de educación media superior de universidades autónomas— su presencia en puestos directivos es menor y alcanza únicamente un 43.4 %. Esta subrepresentación disminuyó seis puntos porcentuales en cinco años, fue el mayor avance en mucho tiempo y está asociado a la apertura de oportunidades que acompañó a los concursos de promoción de la reforma educativa de 2013.

Ha sido frecuente escuchar, en diversas pláticas con las mujeres que ocupan puestos de dirección de EMS, que de no haber existido la posibilidad de participar en esos concursos de promoción, difícilmente habrían obtenido su puesto. Algunas voces que referían este hecho se alzaron en los debates que precedieron la nueva reforma al artículo tercero constitucional, y a las leyes secundarias educativas aprobadas en septiembre de 2019. Hasta ahora los datos históricos de directores de planteles públicos de los distintos subsistemas de educación media superior respaldan estos dichos.

Entre 2012 y 2013, la participación de mujeres en puestos directivos avanzó muy lentamente: en promedio seis décimas porcentuales al año; por ejemplo, pasó de 37.1 en 2012 a 37.8 en 2013. Después de la primera aplicación del examen para directivos de EMS se identificó un repunte de dos puntos porcentuales de mujeres en los puestos directivos, pasando de 38.2 % a 40.1 %. Lo anterior implica que los concursos de promoción lograron, en un año, un avance que en el marco de los mecanismos previos hubiera tomado cerca de cuatro años. De hecho, sin concursos de promoción, habría llevado nueve años alcanzar la participación de mujeres directivas que tenemos actualmente.

Un dato llama la atención sobre estos cambios. La mayor presencia en los puestos directivos que fueron ganando las mujeres no se dio significativamente en las escuelas que existían antes de 2014, sino que ocurrió en las plazas que se establecieron con la apertura de nuevos centros educativos.

Porcentaje de participación de mujeres en puestos directivos de EMS

Porcentaje de participación de mujeres en puestos directivos de EMS

Fuente: Elaboración propia con estadísticas de la SEP. 2012–2019

Al interior de los distintos tipos de planteles observamos diferencias en el avance de mujeres directivas escolares. En los planteles federales se observa la mayor participación de mujeres en puestos directivos, con un 45 %. Los planteles estatales también avanzaron cinco puntos respecto a 2012, pasando de 36 % a 41 %. Donde hubo menores cambios fue en los planteles subsidiados, en los que menos del 30 % de los puestos directivos corresponden a mujeres. Asimismo, son los planteles de más reciente creación —posteriores a la reforma educativa de 2013— donde es posible identificar el mayor número de mujeres promovidas.

Crecimiento de la participación de mujeres en puestos directivos de EMS

Crecimiento de la participación de mujeres en puestos directivos de EMS

La experiencia de esos años incluyó procesos con criterios rigurosos, objetivos y transparentes para el ascenso profesional. Aunque el avance ha sido notable, la aprobación de una nueva Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros ha introducido —en su artículo 59, fracción III— nuevas pautas en los mecanismos de promoción para puestos directivos, como son mayor experiencia en el servicio (cuatro años); experiencia en gestión directiva; vocación de servicio y liderazgo; reconocimiento por la comunidad escolar; conocimiento de la normatividad vigente; diseño de estrategias para el trabajo académico; habilidades de planeación y de gestión, y “los demás que establezcan las autoridades de educación media superior y los organismos descentralizados”. Muchos de estos requisitos conllevan el riesgo de introducir decisiones discrecionales que pudieran desacelerar la creciente participación femenina en los liderazgos directivos de los planteles públicos de EMS. A esto se suma la multiplicación de reclamos y preocupaciones entre los docentes que, ante el cierre de las escuelas, observan que los concursos para el ascenso a puestos directivos también están detenidos en estos momentos, sin que se tenga certeza de los plazos exactos de cómo se reanudarán en los meses siguientes.

Además de la relevancia de estos mecanismos para cerrar la brecha de género entre maestras y maestros tampoco deben de perderse de vista otros aspectos que continúan siendo competencia de las autoridades educativas; por ejemplo, la formación continua para fortalecer el liderazgo de quienes dirigen a las comunidades escolares. Su relevancia ha quedado más que clara en las circunstancias que han prevalecido en el último año por la contingencia de salud. Por ello, a la luz de las brechas de género que persisten en los liderazgos directivos de la educación media superior pública, y de cara al papel fundamental que dichos liderazgos juegan en la articulación de los esfuerzos de las comunidades educativas para enfrentar las afectaciones que la pandemia está provocando entre los estudiantes, es imprescindible que las autoridades educativas federales y estatales retomen las políticas encaminadas a fortalecer y potenciar el desarrollo de directoras y directores. Estos liderazgos directivos son el principal motor de la transformación urgente que requiere la educación en nuestro país y encabezan los esfuerzos para superar las afectaciones educativas derivadas de la pandemia y el cierre de clases presenciales.

La mayor deserción escolar anticipada, el deterioro en aprendizajes y los desafíos de contención emocional demandan liderazgos escolares capaces de encabezar esfuerzos coordinados de docentes, madres y padres de familia, así como de las y los alumnos para implementar acciones puntuales ante la emergencia educativa. Dentro de esta expectativa de liderazgo educativo es imprescindible que la incorporación de un mayor número de directoras esté acompañada de liderazgos que promuevan la educación de excelencia que hoy sigue siendo una aspiración plasmada en el texto constitucional, pero lejana a la realidad de las oportunidades educativas que mayoritariamente reciben las y los jóvenes en nuestro país. Para ello, debe cumplirse la promesa de la nueva reforma educativa: la promoción de puestos directivos se hará con transparencia y privilegiará liderazgos cuya experiencia se traduzca en mejores prácticas educativas en beneficio de las y los estudiantes. Es un imperativo que la autoridad no puede seguir posponiendo como lo ha hecho ya por año y medio desde su aprobación. Honrar el compromiso con docentes —en particular con las profesoras— es hasta ahora un tema pendiente más de una reforma cuyos promotores dijeron que sería educativa pero que, en los hechos, no se observa que sea el caso.

Laura Noemí Herrera
Investigadora de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad e Investigadora Asociada de México Evalúa.

Marco Antonio Fernández
Profesor-investigador de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey donde coordina la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad e Investigador Asociado de México Evalúa.

Daniel Hernández
Investigador de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad y profesor de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey.

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