Publicado: 30 julio 2025 a las 2:00 am
Categorías: Ciencia
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Por Sergio Parra
En la madrugada del 30 de julio (29 de julio, hora local), un temblor de proporciones titánicas ha sacudido los cimientos de la península de Kamchatka, al extremo oriental de Rusia. Con una magnitud de 8,8, este seísmo podría entrar en la lista de los seis más poderosos registrados en la historia moderna.
La tierra tembló y, como si de un eco marino se tratara, el océano respondió con una oleada de fuerza devastadora. Las olas del tsunami no tardaron en anunciar su llegada: en las costas de Hawái se detectaron ya las primeras elevaciones del mar, de hasta 1,2 metros, y en Japón, la prefectura de Iwate fue golpeada con crestas de 1,3 metros.
Este terremoto no solo reconfigura el paisaje geológico, sino también el político y humanitario. En Japón, 1,9 millones de personas han recibido la orden de evacuar. En Perú, la Marina ha activado protocolos para anticipar la llegada del tren de olas, estimando impactos en el litoral desde las 10:00 horas locales.
En Chile, el presidente Gabriel Boric ha confirmado la evacuación preventiva de las zonas costeras, instruyendo un margen de seguridad de tres horas antes de la estimada llegada del tsunami. Estados Unidos no se ha quedado atrás: Hawái, la costa oeste y Alaska están bajo vigilancia, con órdenes de evacuación activadas y centros de emergencia operando a pleno rendimiento.
La magnitud de este evento sísmico no solo reside en su energía liberada, sino en su ubicación: Kamchatka, una región remota, agreste y volcánica, donde la actividad tectónica es intensa y frecuente.
Según ha explicado Danila Chebrov, director de la Sucursal de Kamchatka del Servicio Geofísico, la profundidad y características del epicentro habrían amortiguado el temblor en tierra firme, aunque las réplicas continúan y se espera que su intensidad siga siendo considerable en los próximos días. No obstante, se descartan nuevos eventos sísmicos de mayor envergadura en el corto plazo.
Más allá del pánico inicial, las preguntas empiezan a acumularse: ¿Qué causa realmente un terremoto de estas dimensiones? ¿Cómo se forman los tsunamis y por qué pueden cruzar océanos enteros para impactar costas a miles de kilómetros del epicentro?
El terremoto de Kamchatka ha ocurrido como resultado del subducción de la placa del Pacífico bajo la placa de Okhotsk, una interacción tectónica en la que una placa se desliza lentamente por debajo de otra, acumulando tensión que se libera de forma súbita en forma de seísmo. Este tipo de colisión geológica es común en los llamados cinturones de fuego, donde la corteza terrestre es más inestable y propensa a convulsiones de gran escala.
Los tsunamis, por su parte, no son simples olas grandes. Son trenes de ondas sísmicas que se propagan a gran velocidad—a veces más rápido que un avión comercial—desplazando volúmenes colosales de agua.
Cuando llegan a la costa, esa energía acumulada se traduce en oleajes destructivos capaces de engullir infraestructuras enteras. La altura de estas olas puede no ser apabullante en mar abierto, pero su verdadero poder se revela al chocar contra tierra firme, donde se elevan con furia. En Kamchatka ya se han registrado olas de hasta cuatro metros, una cifra que puede resultar letal en zonas habitadas sin sistemas de defensa costera.
La última vez que Kamchatka vivió algo semejante fue en 1952, cuando un terremoto similar devastó la región y causó víctimas fatales incluso en otras partes del Pacífico. Sin embargo, la coordinación internacional ha mejorado desde entonces: redes de monitoreo sísmico, sistemas automáticos de alerta temprana y comunicación instantánea están ahora funcionando en tiempo real, como lo demuestra la rápida respuesta de las embajadas, como la española en Japón, que instó a sus ciudadanos a seguir estrictamente las instrucciones locales.
Las alertas se extienden por todo el anillo de fuego: desde Indonesia hasta Guam, desde la costa de China hasta las Islas Galápagos. Incluso naciones tan distantes como Ecuador o Perú están tomando medidas. Lo ocurrido en Kamchatka nos recuerda con brutal claridad que la Tierra sigue siendo un planeta vivo, en constante transformación, y que la humanidad, por más tecnología que posea, sigue estando expuesta a sus súbitos arrebatos.
Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/rusia-es-sacudida-por-terremoto-magnitud-88-y-desata-alertas-tsunami-dos-continentes_25893
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