Publicado: 12 julio 2025 a las 4:00 am
Categorías: Ciencia
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Por Raquel Diaz Herreros
La misión Van Allen de la NASA, lanzada en 2012, tenía como objetivo estudiar la estructura de los cinturones de radiación que rodean la Tierra. Pero lo que comenzó como una exploración rutinaria de la magnetosfera acabó revelando una de las interacciones más inesperadas entre la actividad humana y el espacio: la creación involuntaria de una barrera artificial que protege al planeta de las partículas solares de alta energía. Según los científicos, esta “cúpula invisible” se compone de ondas de radio de muy baja frecuencia (VLF), emitidas principalmente por sistemas de comunicación militares.
Los cinturones de Van Allen —regiones en forma de anillos donde se acumulan partículas energéticas atrapadas por el campo magnético terrestre— actúan como escudo natural contra la radiación espacial. Existen dos principales y un tercero, de carácter temporal. La misión de la NASA confirmó que las ondas VLF generadas por el ser humano pueden influir en estos cinturones, alejando su límite exterior y formando una barrera adicional a más de 13.000 kilómetros sobre la superficie. Este fenómeno, bautizado por algunos investigadores como el “escudo accidental”, fue descrito en un estudio dirigido por Phil Erickson, del Observatorio Haystack del MIT.
Los investigadores detectaron que estas ondas, aunque no fueron diseñadas con fines protectores, interactúan con las partículas cargadas del cinturón exterior, alterando su dinámica y reduciendo su potencial de penetración hacia la Tierra. La mayoría de estas ondas proceden de transmisiones a submarinos o experimentos científicos, no de las comunicaciones comerciales. Aun así, han bastado décadas de emisiones para dejar una huella detectable en el entorno espacial inmediato del planeta.
Este escudo artificial es especialmente relevante en el contexto de la exploración espacial. Las partículas atrapadas en los cinturones de Van Allen suponen un peligro considerable para los astronautas, ya que su paso a través de estas zonas puede provocar daños celulares y aumentar el riesgo de enfermedades por radiación. Las agencias espaciales, como la NASA o la ESA, planifican las rutas orbitales teniendo en cuenta estos cinturones, que en el caso de las misiones lunares o marcianas suponen uno de los mayores desafíos técnicos en términos de blindaje y exposición.
El hallazgo ha abierto un nuevo campo de estudio en la física espacial: cómo las tecnologías humanas, incluso las que no tienen una intención ambiental, pueden modelar de forma sutil (pero medible) el entorno natural del planeta. Como ironizaba el propio Erickson en su declaración de 2017, “aunque no lo sepamos, ya estamos dejando huella más allá de la atmósfera. Y en este caso, ha sido para bien”.
Fuente: https://vandal.elespanol.com/random/la-nasa-confirma-que-la-humanidad-ha-creado-por-accidente-un-escudo-artificial-alrededor-de-la-tierra-que-la-protege/35128.html
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