Publicado: 3 julio 2025 a las 6:00 am
Categorías: Arte y cultura
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Por Laura de Grado Alonso
Salir a pintar una pared en plena noche no implica el mismo riesgo para todas las personas. Para las mujeres grafiteras cada intervención en la calle conlleva una alerta extra, una estrategia distinta, una forma de ocupar el espacio público que es también una forma de resistencia, según explica la fotógrafa Lucía Lamata, quien en la serie Runaways retrata esa experiencia desde dentro, no como testigo, sino como parte del grupo.
“Ser mujer o ser hombre implica habitar el mundo de una manera diferente, y eso conlleva riesgos distintos. Ser grafitera significa, en parte, enfrentarse a estar sola por la noche en la calle, y eso fue precisamente lo que nos unió. Decíamos: ‘si somos muchas mujeres juntas, no tiene por qué pasar nada’”, explica Lamata durante una entrevista con Efeminista.
“Se convirtió en una forma de hacer la calle nuestra”, añade la fotógrafa, que también ha sido grafitera, una práctica que representa la manifestación plástica de la cultura hip hop.
Su serie Runaways, junto con las instantáneas del fotógrafo SMOL, forma ahora parte de la exposición Si es legal no es grafiti, que puede verse hasta finales de julio en la 95 Art Gallery, en Carabanchel, dentro del festival OFF de PHotoEspaña 2025.
El trabajo de fotografía de Lamata, en su característico estilo en blanco y negro, acompaña y retrata a un grupo de grafiteras, compañeras de crew, con quienes durante años compartió la noche, la adrenalina, los trenes y las paredes. “Pertenezco a ese mundo aunque ya no pinte. Es parte de mí”, dice.
En sus imágenes las grafiteras se ocultan bajo pasamontañas, bufandas o el encuadre preciso para no revelar su identidad. “Es complicado, porque no puedes enseñar todo. Pero hablando con ellas, con cuidado, llegamos a ciertos consensos”, explica la también creadora del estudio The Club House Madrid.
La fotógrafa Lucía Lamata posa junto a algunas de sus instantáneas expuestas en ‘Si es legal no es grafiti’. EFE/Laura de Grado
En un mundo como el del graffiti, tradicionalmente dominado por hombres y atravesado por la lógica de la competencia y el riesgo, Lamata explica que ser mujer implica habitar la calle de forma distinta.
“Para nosotras, pintar juntas era también una forma de sentirnos más seguras. Por la noche, en la calle, si éramos varias, pasaban menos cosas”, cuenta Lamata. Sus palabras resuenan como eco de una reivindicación más amplia: el derecho de las mujeres a ocupar el espacio público.
“Yo creo que ser mujer o ser hombre hace que habites el mundo de forma diferente“, apunta la fotógrafa. En su experiencia, el graffiti no era solo adrenalina ni juego. Era resistencia, vínculo, complicidad, era hacer la calle suya.
“Había algo profundamente político en apropiarte del espacio público, sobre todo siendo mujer”, cuenta.
Lamata observa con entusiasmo cómo las generaciones más jóvenes están tomando el relevo y cómo hay “más chicas jóvenes uniéndose y haciendo muros”. Para ella, esa presencia creciente no solo es signo de cambio, sino también de apertura y de que “el mundo está más abierto para ellas”.
Reconoce que ese camino ha sido posible gracias a quienes estuvieron antes. “Lo hicieron unas antes que nosotras, nosotras hemos aportado en eso y lo seguirán haciendo ellas. Lo importante es unirnos y apoyarnos entre todas”, afirma.
La exposición no solo muestra, sino que desafía. El propio título es, como explica la comisaria de la muestra y de la galería, Inés Alonso Jarabo, “una declaración de intenciones”.
“El graffiti se caracteriza por esa subversión y por hacerlo a los márgenes de la sociedad, por eso si es legal, no es grafiti”, explica Alonso.
Pero aunque no sea legal, desde su visión, el grafiti sí debe considerarse arte: “Es una forma de expresión artística que te encuentras, que no hace falta que vayas a un museo o una galería para verlo, sino que es algo que te aborda en la ciudad, por eso también creo que es el arte de nuestro tiempo, porque es aquel del que no puedes escapar”.
La paradoja —llevar el graffiti a una galería— no pasa desapercibida para la comisaria: “Es un reto, sobre todo a la hora de explicarlo. Aquí viene gente que se sorprende: ‘¡Anda! ¿Pero si saben pintar?’ Y es como… claro que sí. No solo manchan paredes”. Lo que se expone, en realidad, no es el graffiti en sí —que pertenece a la calle, efímero y fuera del marco— sino el proceso de creación.
La elección de Lucía Lamata fue “fundamental”, cuenta. “En todas las exposiciones intentamos traer artistas mujeres, no por ser mujeres, sino por dar esa otra mirada y porque, muchas veces, si no hacemos ese pequeño esfuerzo, lo vamos olvidando casi de manera inconsciente”, afirma la comisaria.
“Queríamos dar ese otro punto de vista, una mirada más técnica, más cuidada, más técnica que representa Lucía”, continúa.
Inés Alonso Jarabo, comisaria de la exposición ‘Si es legal no es grafiti’, en la 95 Art Gallery. EFE/Laura de Grado
La entrada de esta exposición en el circuito de PHotoEspaña ha sido un hito para la galería y para el arte urbano en España, explica Alonso.
“PHotoEspaña siempre ha sido un festival más tradicional. Poder entrar con gente joven, con una fotografía de graffiti, que es algo que no se había hecho en España con fotógrafos españoles, ha sido toda una sorpresa y una alegría”, valora.
El resultado es una muestra que interpela a públicos diversos. “Pensábamos que vendría gente muy del rollo tatuador-DJ-ilustrador. Pero han venido familias, personas mayores, chavales… Eso nos da mucha esperanza”, comenta la comisaria.
La exposición está abierta gratuitamente los viernes y sábados en la 95 Art Gallery en Carabanchel hasta el 31 de julio.
Fuente: https://efeminista.com/grafiteras-mujeres-calle-exposicion-fotografia/
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